sábado, 2 de agosto de 2014

FILOSOFÍA MEDIEVAL


FILOSOFÍA MEDIEVAL


Características de la filosofía medieval:

En este periodo, con la llegada del cristianismo surgen ciertas tendencias que buscan unir la razón con la fe. Es así que nace la teología, rama de la filosofía que busca la explicación de la existencia de Dios pero desde el punto de vista racional.
En este periodo todos los problemas motivos del filosofar de los antiguos filósofos griegos, quedan reducidos solo a un  problema central: la fe sobre la razón. 
La influencia de la filosofía aristotélica es muy fuerte, es así que la lógica aristotélica es utilizada por Tomas de Aquino para plantear las cinco vías y toda la filosofía gira en torno a los planteamientos aristotélicos. Las ideas de Platón también se encuentran presentes en lo referente al mundo inmutable y perfecto de las ideas desde el punto de vista de la fe (recordemos que san Agustín uso la idea de Platón para referirse al cuerpo y al alma)
Es una época dogmática y oscurantista, no existe la libertad de pensamiento.
A diferencia de lo que había ocurrido con la filosofía griega, que había centrado su reflexión en torno a la determinación del objeto, la filosofía medieval centrará su interés en Dios. La filosofía helenística había dado una orientación práctica al saber, dirigiéndolo hacia la felicidad del hombre. Es el caso del estoicismo y del epicureísmo, que habían colocado a la ética en el vértice del saber. A lo largo de los primeros siglos de nuestra era, la progresiva expansión del cristianismo y otras religiones mistéricas irá provocando la aparición de otros modelos de felicidad o "salvación individual", que competirán con los modelos filosóficos. Frente a la inicial hostilidad hacia la filosofía manifestada por algunos de los primeros padres apologistas cristianos, sus continuadores encontrarán en la filosofía, especialmente a partir del desarrollo del neoplatonismo de Plotino, un instrumento útil, no sólo para combatir otras religiones o sistemas filosóficos, sino también para comprender, o intentar comprender, los misterios revelados. Surge de ahí una asociación entre filosofía y cristianismo o, más en general, entre filosofía y religión, que pondrá las bases de la futura filosofía medieval, entre los cristianos, los musulmanes y los judíos. El tema fundamental de reflexión pasará a ser la divinidad, quedando subordinada la comprensión e interpretación del mundo, del hombre, de la sociedad, etc al conocimiento que se pueda obtener de lo divino. La fe, que suministra las creencias a las que no se puede renunciar, tratará de entrar en diálogo con la razón. La inicial sumisión de la razón exigida por la fe, dejará paso a una mayor autonomía propugnada, entre otros, por Santo Tomás de Aquino, que conducirá, tras la crisis de la Escolástica, a la reclamación de la independencia de la razón con la que se iniciará la filosofía moderna.

SAN AGUSTÍN DE HIPONA (354 - 430)

FIGURA HISTÓRICA
El problema teológico es en San Agustín el problema del hombre Agustín: el problema de su dispersión y de su inquietud, el problema de su crisis y de su redención, el problema de su razón especulativa y de su obra de obispo.
El centro de la investigación agustiniana coincide verdaderamente con el centro de su personalidad.
Por esto declara que no quiere conocer otra cosa que el alma y Dios, y se mantiene constantemente fiel a este programa. El alma, esto es, el hombre interior, el yo en la simplicidad y verdad de su naturaleza. Dios, esto es, el ser en su trascendencia y en su valor normativo, sin el cual no es posible admitir la verdad del yo.
consigue unir a las inquietudes y a las dudas, a la necesidad de amor y felicidad que son propios del hombre: fundamentarlos, en una palabra, en la investigación. Esta halla en la razón su disciplina y su rigor sistemático, pero que no es una exigencia de pura razón.
San Agustín presenta en la especulación cristiana la exigencia de la investigación, la investigación agustiniana radica en el terreno de la religión. Desde el comienzo San Agustín abandona la iniciativa de la misma a Dios: Dad quod iubes et iube quod vis(Da lo que mandas y manda lo que quieras).

VIDA
Aurelio Agustín nació el 354 en Tagaste del África romana. Su padre, Patricio, era pagano; su madre, Mónica, cristiana, y ejerció sobre el hijo una profunda influencia. Cultivaba los estudios clásicos, especialmente latinos, y se ocupaba con pasión de la gramática. Hacia los 19 años, la lectura del Hortensio de Cicerón, le condujo a la filosofía.
Se adhirió entonces (374) a la secta de los maniqueos (§ 139). Desde los 19 años comenzó a enseñar retórica en Cartago y conservó tal ocupación en esta ciudad hasta los 29 años.
El ejemplo y la palabra del obispo Ambrosio le persuadieron de la verdad del cristianismo y se hizo catecúmeno.
Su búsqueda de la verdad de la cristiana le hizo hasta creer que el Universo estaba lleno de Dios, a la manera de una gigantesca esponja que ocupase el mar (Conf., VII, 5).
De las conversaciones con sus amigos nacen sus primeras obras: Contra los académicos, Del orden, Sobre la felicidad, Soliloquios. El 25 de abril del 387 recibía el bautismo de manos de Ambrosio. En el año 391 fue ordenado sacerdote; en el 395 fue consagrado obispo de Hipona.
El saqueo de Roma, perpetrado en el 410 por los godos de Alarico, había vuelto a dar actualidad a la vieja tesis de que la seguridad y la fuerza del Imperio romanos estaban ligados al paganismo, y que el cristianismo representaba para él un elemento de debilidad y de disolución. Contra esta tesis, San Agustín compuso, entre el 412 y 426, su obra maestra: La ciudad de Dios. El 28 de agosto del 430, moría Agustín.
Planteamiento Filosófico
Su filosofía es una síntesis del cristianismo con el neoplatonismo. Considera la filosofía en tanto sabiduría como la religión. Su búsqueda existencial es la felicidad y ésta es posible alcanzarla a través de la filosofía que nos conduce a Dios.
La Búsqueda Interior:
Sostiene que el único deseo es conocer  a Dios y al alma, lo cual implica una desvalorización del mundo.
Busca la verdad necesaria, inmutable y eterna, la cual no puede ser alcanzada por los objetos sensibles y la misma alma porque ambos son mutables. Por lo tanto, sostiene que hay que encontrarla en el interior del alma misma, donde se da la iluminación divina.
La razón y la fe:
Basándose en lo anteriormente señalado, se deduce que no hay contradicción entre la razón y la fe.
La fe orienta e ilumina la razón y es más segura “si no creéis, no llegareis a comprender”, pero a su vez la razón sirve para demostrar que es lo razonable creer. A esto se denomina “Teoría de la Iluminación Divina”
Dios y la creación:
Dios es el ser perfecto, inmutable, que crea el mundo ex nihilo, permaneciendo trascendente en él, creando en un instante el tiempo. Por lo tanto, rechaza la creación “ab aeterno”(que la creación es eterna)
En la mente divina están las ideas o modelos arquetípicos de todas las cosas posibles y ya depositadas en la materia los gérmenes (razones seminales) de todos los seres futuros los cuales aparecerán en el momento querido por Dios.
El hombre:
La búsqueda de Dios no es sólo un camino intelectual sino que también se trasciende hacia Dios en la voluntad. El hombre no solamente busca la verdad sino que también la felicidad y ésta se consigue a través de la voluntad. El amor es superior al conocimiento. “Ama y haz lo que quieras”
Sobre la naturaleza del hombre asume una posición dualista porque sostiene, siguiendo a Platón, que posee dos sustancias: Material y Espiritual. Respecto al origen del alma afirma el Traducianismo porque el alma es engendrada o trasmitida por los padres y directamente por Dios, pues ésta, el alma, posee intrínsecamente el pecado original.
La libertad y el problema del mal: sostiene que la acción mala no se funda en la ignorancia sino en el libre albedrío, es decir en la autodeterminación  de la naturaleza humana que está esencialmente dañada por el pecado original.
Si el mundo es creado y el creador es omnipotente y bueno ¿cómo puede darse el mal? Ante lo cual Agustín sostiene que el mal no es una sustancia sino una privación. No es un ser sino un no ser.
La ciudad de Dios es una concepción histórica del tiempo de carácter lineal y no cíclica. Existen dos ciudades: los hombres que aman a Dios y los que aman los bienes terrenales; ambas ciudades están mezcladas, pero al final de la historia serán separadas, por lo que el sentido de toda la historia universal está en la construcción de la ciudad de Dios.
OBRAS

 Contra los académicos, De la felicidad, Del orden, Soliloquios. Compuso el escrito Sobre la cantidad del alma, el escrito Sobre el libre albedrío, compuso el titulado Sobre el "Génesis" contra los maniqueos, el diálogo Del maestro y el libro De la verdadera religión, que es uno de sus escritos filosóficos más notables.  También escribió Sobre la utilidad de creer, De las dos almas, Contra Fortunato, Contra Adimanto, Contra Fausto, Sobre la naturaleza del bien y otros), Contra la carta de Parmeniano, Sobre el bautismo, contra los donatistas, Contra las Cartas de Petiliano donatista, Cartas a los católicos contra los donatistas, Contra el gramático Cresconio, Sobre el único bautismo, Contra Petiliano así como el De diversis quaestionibus, Contra los pelagianos, Sobre la culpa γ la remisión de los pecados y sobre el bautismo de los niños, al cual siguieron: Sobre el espíritu γ sobre la letra, a Marcelino, De la naturaleza γ de la gracia, Carta a los obispos Eutropio y Pablo, Sobre la gesta de Pelagio, La gracia de Cristo y el pecado original, y otros varios. Sobre la gracia y el libre arbitrio y el De la corrección y de la gracia, De la predestinación de los santos y Del don de la perseverancia. De la Trinidad, el de Sobre la doctrina cristiana, la obra exegetica Del Génesis al pie de la letra, y su obra más amplia: La ciudad de Dios, compuso los trece libros de las Confesiones, que son la obra clave de su personalidad de pensador. Hacia el fin de su vida, en el 427, en las Retractaciones, daba una mirada retrospectiva sobre toda su obra literaria, a partir de su conversión en el 386.

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