miércoles, 21 de agosto de 2013

ANTONIO GRAMSCI: fue fundador del Partido Comunista y una de las más relevantes figuras de la cultura y la política italiana del siglo XX.

El texto que sigue se publicó originalmente en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París. UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, nos 3-4, 1993, págs. 633-649. ©UNESCO: Oficina Internacional de Educación, 2001 Este documento puede ser reproducido sin cargo alguno siempre que se haga referencia a la fuente.

ANTONIO GRAMSCI (1891-1937) 

Attilio Monasta1

Muchos intelectuales italianos que han dejado huella en la historia de Europa pasaron parte de sus vidas, y escribieron sus mejores trabajos, en la cárcel o en el exilio. Cuanto más importantes eran sus reflexiones y acciones para el desarrollo cultural y educativo de la población, más tuvieron que sufrir de la represión y más deformaciones padeció su mensaje. Así como Tommaso Campanella (1568-1638) escribió la primera "Utopía" italiana, con el título La ciudad del sol [La città del sole]durante los veintisiete años que pasó en la cárcel, también Antonio Gramsci escribió en la cárcel el texto más importante que se haya escrito sobre la función educativa y política de los intelectuales: en total, 2.848 páginas de notas manuscritas, que hoy día se conocen con el nombre de Cuadernos de la cárcel [Quaderni del carcere]2. Lo que tendría que haber sido, según su intención inicial, un análisis crítico de la historia de los intelectuales italianos, se convirtió en una profecía sobre el destino de su propia obra, su mensaje y el modo en que los demás lo percibieron. Según el análisis de Gramsci, la función mejor conocida y más positiva de muchos intelectuales italianos ha sido (y quizá todavía es) "cosmopolita", es decir, universal, y por consiguiente es más pertinente para la civilización occidental, o incluso mundial, que para Italia (se entiende pertinente para la toma de conciencia y el fomento de la identidad cultural del pueblo italiano). La razón de ello se encuentra en la separación histórica, más evidente en Italia que en otros países europeos, entre el desarrollo cultural, el "trabajo" intelectual en el sentido tradicional, y el liderazgo político3. La educación es un campo en el que la teoría y la práctica, la cultura y la política se confunden inevitablemente, y donde la investigación y el descubrimiento intelectual se combina con la acción social y política. Sin embargo, no es infrecuente que se produzca una distinción, si no una oposición, entre esos dos aspectos de la educación, y el uso ideológico de la cultura y la ciencia a menudo provoca la "neutralización" de los efectos educativos y políticos del desarrollo cultural y la "justificación" del poder político por teorías domesticadas que, en consecuencia, pueden definirse como "ideologías". Es difícil, dentro de la división y separación tradicional de las disciplinas y campos de investigación cultural, definir todo lo que forma parte de esta "educación", ya que la educación se registra paralelamente al crecimiento de los niños y su escolarización, ya sea en los jardines de infancia o en la universidad. Con todo, el perfil de Gramsci como "educador" no se basa en las pocas páginas de sus escritos dedicadas a la escuela y a la educación en un sentido tradicional, sino más bien en el supuesto de que el núcleo del mensaje de Gramsci, e incluso la finalidad de sus escritos son "educativos" en el sentido lato y profundo de la palabra. La infancia y la juventud de Antonio Gramsci coinciden con el primer desarrollo industrial y económico de Italia. A pesar de las particularidades de la sociedad italiana (por ejemplo, las acentuadas diferencias entre el norte y el sur, la variedad de regiones, dialectos y tradiciones, el largo dominio de diversas potencias extranjeras y en último lugar, pero no por ello menos importante, el dominio de la Iglesia Católica, centrada en Roma), a comienzos del siglo XX el mundo industrial y financiero hizo un considerable esfuerzo por "modernizar" la sociedad italiana, basándose en el modelo de los países de Europa central. En el contexto del enfoque "positivista" de la ciencia, la tecnología y la educación, los gobiernos de Giolitti4 llevaron adelante a la vez una organización científica del trabajo" (es decir, el taylorismo en la producción industrial) y una organización también científica de la cultura y la educación. Durante un breve periodo anterior a la Primera Guerra Mundial, Italia gozó de una paz social aparente, impuesta al final del siglo XIX por gobiernos reaccionarios; la justificación de este periodo era la necesidad de completar las conquistas coloniales, y fueron las grandes masas de italianos del sur que emigraban al extranjero, a América o a Australia, quienes pagaron la factura.
Aprendizaje político
Gramsci nació en Cerdeña, una de las regiones más pobres de Italia que, como suele ocurrir con las islas, ha mantenido una fuerte identidad cultural. Cerdeña tiene su propio idioma, historia y cultura, que se diferencian considerablemente de las de los "piamonteses" que administraron el reino de Cerdeña desde Turín, en la parte septentrional de la península. Gramsci fue a estudiar a la Universidad de Turín, pero tuvo que abandonar los estudios por falta de recursos y graves problemas de salud. En aquella época Turín era el centro de la industrialización italiana y el foco de la primera organización de la clase obrera de Italia. Gramsci empezó su aprendizaje político y educativo durante la Primera Guerra Mundial como periodista y crítico de teatro, y por las tardes solía asistir a las reuniones del sindicato "Confederazione Generale del Lavoro" y del partido socialista. Después de la guerra, incorporado plenamente al Turín "rojo" socialista, creó dos periódicos, Ordine Nuevo y Unità, con una función explícita: educar a la nueva clase obrera creada por la industria y la guerra. El tema prevaleciente de Ordine Nuovo era la relación entre la "organización científica del trabajo" (taylorismo y fordismo) y la organización científica de la educación y la formación. Sin embargo, esta relación, en la que muchos ven hoy el inicio de las ciencias educativas, no consistía para Gramsci en un simple ejercicio intelectual. Unos pocos años antes de la guerra, la investigación científica sobre la educación en Italia había quedado totalmente marginada y reprimida por obra de los filósofos idealistas dominantes, Croce y Gentile, que consideraban que este campo de estudio era una rama de la filosofía, la ética o incluso la religión. En 1923, Giovanni Gentile, primer secretario de Estado encargado de la educación en el nuevo gobierno fascista, reformó por completo el sistema escolar italiano haciendo hincapié en la división ideológica entre la preparación técnica y profesional (para el trabajo), y la preparación cultural y científica para el desarrollo "espiritual" de la humanidad y, naturalmente, para la dirección política del país. Gramsci tenía ideas distintas sobre estos problemas, sin caer en la arrogancia positivista de considerar que los problemas humanos podían resolverse con la ciencia y la tecnología, ni en la ilusión idealista de la "independencia" de la vida intelectual y cultural con respecto a los condicionantes económicos y políticos. Gramsci más bien consideraba que el vínculo entre la organización del trabajo y la organización de la cultura era la nueva "cultura profesional", la nueva preparación técnica y profesional que necesitaba la mano de obra (desde el trabajador especializado hasta el administrador) para controlar y dirigir el desarrollo industrial, así como la sociedad que este desarrollo crea inevitablemente. A partir de 1917 la Revolución Soviética concentró la atención de los movimientos obreros, en detrimento de los problemas internos de los demás países, resultantes de una de las peores guerras que haya conocido Europa. El partido socialista de Italia, como en otros muchos países, se dividió no sólo entre "reformistas" y "comunistas", sino también entre "reformistas" y "nacionalistas", que más tarde se convirtieron en la sección populista del partido fascista, y, unos pocos años después, en el régimen nacional socialista (es decir nazi).
A partir de 1922 el régimen fascista en Italia abandonó toda pretensión de encontrar soluciones democráticas, no sólo a los problemas económicos sino también al progreso social, cultural y educativo de las masas. En noviembre de 1926 el Gobierno de Mussolini promulgó una "legislación especial" que disolvía el parlamento italiano y todas las organizaciones de la oposición, prohibiendo asimismo sus publicaciones. A continuación se produjo una serie masiva de detenciones, y Antonio Gramsci fue encarcelado. Tenía 35 años de edad, era miembro del Parlamento y desde 1924 ocupaba el cargo de secretario general del partido comunista italiano. En su juicio, en 1928, el fiscal terminó su requisitoria con la siguiente intimación al juez: "¡Tenemos que impedir que este cerebro funcione durante veinte años!" El régimen fascista veía claramente que la oposición más peligrosa vendría no ya de la acción política en el sentido tradicional (es decir de una organización), o de la protesta intelectual basada solamente en principios, sino más bien de la conjunción de la crítica y la acción de intelectuales y políticos. El cerebro de Gramsci no dejó de funcionar en la cárcel; por el contrario, poco después de su detención empezó a planear una serie de investigaciones que se convertirían en lo que hoy día se considera el análisis más importante que se haya hecho jamás de la "hegemonía", es decir, el nexo entre la política y la educación. En una carta dirigida a su cuñada Tatiana, con fecha 9 de marzo de 1927 5, Gramsci se refiere a un proyecto de escribir algo für ewig (para siempre), algo que sirva para concentrar su atención y le dé "un foco a su vida interna". La primera parte del plan consiste en una historia de los intelectuales italianos; a continuación Gramsci habla de estudios sobre la lingüística, sobre el teatro de Pirandello y sobre los folletines y los gustos literarios populares. Si bien el plan de estudio tenía que ser für ewig, lo que significa que su finalidad era el conocimiento como un fin en sí mismo, y no ningún objetivo práctico o político, en esta misma carta se observa ya un hilo conductor que une a los diferentes temas. Gramsci define la historia de los intelectuales como el proceso de "formación del espíritu público" y escribe que los diferentes temas de su plan tienen en común el "espíritu popular creador", es decir, el modo en que la hegemonía de un determinado grupo social va creciendo, desde el núcleo del grupo hasta su organización política. De hecho, en otra carta dirigida a Tatiana6 dice: "el pensamiento "desinteresado" o el estudio como un fin en sí mismo me son difíciles (...) no me gusta disparar en la oscuridad; prefiero tener un interlocutor o adversario concreto", y habla de la "naturaleza polémica" de su entera formación intelectual. Gramsci murió en 1937 sin haber tenido la posibilidad de completar su obra. Su cuñada Tatiana salvó los treinta y tres cuadernos de la cárcel y los sacó clandestinamente de Italia. Antes de su encarcelamiento había escrito mucho7, pero su reputación como uno de los grandes pensadores y educadores italianos se basa en las "Cartas de la cárcel" y en los "Cuadernos de la cárcel".
Gramsci, un símbolo
Hasta después de la caída del régimen fascista y el final de la Segunda Guerra Mundial, entre 1947 y 1951, no apareció una primera edición de los escritos de la cárcel, publicada por el editor turinés Einaudi en seis volúmenes. Felice Platone se encargó de la corrección de los manuscritos, y la edición fue directamente supervisada por el secretario general del partido comunista italiano, Palmiro Togliatti. El primer volumen contenía una selección de las cartas de la cárcel8, que recibió el "Premio Viareggio", el más prestigioso galardón literario de Italia. En este mismo año 1947 una coalición entre las dos fuerzas políticas mayores y más populares que contribuyeron a derrotar el régimen fascista -los demócratacristianos y el partido comunista- dirigió el país durante unos pocos meses, y Gramsci se convirtió en el símbolo de la persecución fascista y la resistencia antifascista. Sin embargo, en ese año empieza también una especie de santificación de Gramsci, elevado al Olimpo de los intelectuales tradicionales: Gramsci como filósofo, como historiador, como politólogo, como crítico literario y, ocasionalmente, como educador, ya que dedicó algunas líneas a la escuela y la educación. La estructura de la primera edición de los cuadernos de la cárcel de Gramsci revela hasta qué punto su obra pudo "reabsorberse en formas más tradicionales del pensamiento"9. Los seis volúmenes de esta edición son una colección temática de muchas notas, que se reordenaron en consecuencia con arreglo a los diferentes temas10: en primer lugar la filosofía y, sobre todo, el "marxismo"; en segundo lugar la cultura, y los intelectuales como un tema aparte; a continuación la historia, la política y la literatura de Italia y, por último, varias notas sobre diversos temas. La interpretación editorial de la imagen de Gramsci se justificó y explicó alegando la situación especial en que fueron escritas las notas. El hecho de que la obra fuera incompleta, su carácter "fragmentario" y la incertidumbre acerca de las intenciones de Gramsci, indujeron a los editores a darle una forma más coherente y legible. Lo irónico de la cosa es que en sus notas Gramsci señala frecuentemente la diferencia entre los escritos de un autor y sus intenciones, por una parte, y su "destino" por la otra, que es necesario tener en cuenta si se quiere entender el verdadero significado "educativo" de un mensaje del autor. Sólo en 1975, después de que se produjeran importantes cambios en los medios políticos y culturales de Italia, se publicó una edición crítica de los cuadernos de la cárcel11, en la que se reproducían los textos completos tal y como fueron escritos, o sea, en el mismo orden y en las diferentes versiones que había escrito el propio Gramsci, a veces tachados con una línea delgada y frecuentemente reescritos en otro cuaderno más "monográfico". Se ha demostrado, mediante la comparación filológica de las dos ediciones, que es posible hacerse dos ideas muy distintas de Gramsci12. La reproducción fiel de su obra es mucho menos "fragmentaria" de lo que se había creído; en los diferentes temas, que de hecho inspiraron la mayoría de los títulos de la primera edición, existe una profunda unidad, un fuerte mensaje común repetido con insistencia. Al dar ejemplos de diferentes campos (filosofía, historia, literatura, la organización de la cultura y las escuelas) Gramsci quería descubrir (y educar para promover el descubrimiento) la "función intelectual" real dentro de las sociedades, función que es -siempre e inseparablemente- de índole educativa y política. La primera edición nos da una imagen tradicional de Gramsci como importante figura intelectual, quizás como el hombre polifacético del Renacimiento, que incluso en la cárcel preserva su libertad espiritual leyendo, estudiando y escribiendo para la posteridad; en esta imagen faltaba lo principal. A comienzos de los años 50 quizás no fuera posible, ni en los países occidentales ni en los del Este, revelar la verdad. La fuerza dominante de la cultura, tanto conservadora como progresista, no estaba en condiciones de ser "objeto" de la misma, de dejar que alguien revelase sus propias raíces "materiales" y políticas.
Pedagogía de Gramsci
El mensaje central de Gramsci es que la organización de la cultura es "orgánica" para el poder dominante. Los intelectuales no pueden definirse como tales por el trabajo que hacen, sino por el papel que desempeñan en la sociedad; esta función es siempre, de modo más o menos consciente, la de "liderar" técnica y políticamente un grupo, bien el grupo dominante o bien otro grupo que tienda a asumir una posición dominante. Cada grupo social que se constituye en el terreno original de una función esencial, en el mundo de la producción económica, crea orgánicamente, junto con el mismo, uno o más estratos de intelectuales que le dan homogeneidad y una conciencia de su propia función, no sólo en el campo económico sino también en el social y el político13.
El primer ejemplo de "intelectual" que da Gramsci es el "empresario capitalista" que crea, "junto a sí mismo, al técnico industrial, al especialista en economía política, al organizador de una nueva cultura, de un nuevo sistema jurídico, etc. (...) El empresario representa ya un nivel más elevado de la organización social, caracterizado por una cierta capacidad gerencial y técnica (es decir, intelectual)". Esta es la definición que da Gramsci de los intelectuales "orgánicos" y de su función, que es al mismo tiempo técnica y política. Sin embargo, hemos de entender que muchos intelectuales "se presentan a sí mismos como entidades autónomas e independientes del grupo dominante", y creen que constituyen un grupo social propio. Ello es debido a que cada grupo social "esencial" que aparece en la historia procedente de la anterior estructura económica (...) ha encontrado (por lo menos en la historia que nos precede) categorías de intelectuales que ya existían y que, desde luego, parecían representar una continuidad histórica ininterrumpida, incluso con los cambios más complicados y radicales de las formas políticas y sociales"14. Ejemplos de este tipo intelectual, que Gramsci define como "intelectuales del tipo tradicional", son los eclesiásticos y toda una serie de administradores, eruditos, científicos, teóricos, filósofos laicos, etc. No es casual que la palabra empleada en la lengua inglesa para designar a muchos de estos intelectuales sea "clerks", mientras que otras palabras similares derivadas del latín clericus designan, en muchos idiomas, a esta forma tradicional de la labor intelectual. Si queremos encontrar un "criterio unitario que caracterice a todas las actividades diversas y desemejantes de los intelectuales, y las distinga al mismo tiempo en su esencia de las actividades de otros grupos sociales", es un "error de método" considerar solamente "la naturaleza distintiva de las actividades intelectuales, y no el entero sistema de relaciones en el que estas actividades (...) ocupan un lugar, en el conjunto general de las relaciones sociales". La crítica de la distinción tradicional entre el "trabajo manual" y el "trabajo intelectual" es uno de los elementos más importantes de la creación de una nueva teoría de la educación. Según Gramsci, esta distinción es ideológica en la medida en que desvía la atención de las funciones reales, dentro de la vida social y laboral, hacia los "aspectos técnicos" del trabajo. En todo trabajo físico, incluso el más degradante y mecánico, existe un mínimo de (...) actividad intelectual. (...) Así pues, podríamos decir que todos los hombres son intelectuales: pero no todos ellos ejercen la función de intelectuales en la sociedad. (...) No hay ninguna actividad humana de la que puedan excluirse todas las formas de participación intelectual: no es posible separar al homo faber del homo sapiens15. Las consecuencias del análisis de Gramsci para la educación son el tema del duodécimo cuaderno (del que proceden las anteriores citas). Este cuaderno es una larga "monografía" en la cual Gramsci incorporó varios textos tomados de otros cuadernos, y reescritos en parte. Su mensaje no es nada ambiguo, y acaba con la famosa conclusión siguiente:
El modo de ser del nuevo intelectual no puede seguir consistiendo en la elocuencia, (...) sino en la participación activa en la vida práctica como constructor, organizador y "persuasor permanente", y no sólo un simple orador (...); desde la técnica-como-trabajo pasamos a la técnica-como-ciencia y a la concepción humanista de la historia, sin la cual se continúa siendo "especialista" y no se pasa a la categoría de "directivo" (especialista y político)16.
Hay que revelar el carácter ideológico de la separación entre la educación clásica y la educación técnica, que tiende a reflejar la división social entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; esta separación oculta la división real que se produce entre los papeles "directivos" y "subalternos" de la sociedad, independientemente de que el trabajo que realiza un grupo de personas, y que lo caracteriza, se llame intelectual o manual. En lo relativo a la educación en el sentido estricto de la palabra, Gramsci sugiere que, "en el mundo moderno la educación técnica, vinculada estrechamente a la mano de obra industrial incluso a su nivel más primitivo y no especializado, debe formar la base del nuevo tipo de intelectual". Esto significa pues educación para todos, y una estrecha vinculación entre la escuela y el trabajo, así como entre la educación técnica y la educación humanista. El análisis que hace Gramsci de los niveles educativos y políticos no se limita al duodécimo cuaderno -que nos parece, no obstante, esencial-, sino que se encuentra disperso en todos sus escritos de la cárcel. El decimonoveno cuaderno, que es también una segunda versión monográfica de una colección de textos relativos al Risorgimento (la historia de Italia antes de la unidad nacional), no puede considerarse simplemente como un estudio histórico. El texto más largo de este cuaderno (24 páginas) trata del "problema del liderazgo político en la formación y el desarrollo de la nación y el estado moderno en Italia"17. Aquí encontramos el mismo análisis, basado explícitamente en:
(...) la consistencia metodológica de un criterio de investigación histórico-política: no existe una clase independiente de intelectuales, sino que cada grupo social tiene su propio estrato de intelectuales, o tiende a formar uno; no obstante, los intelectuales de la clase históricamente (y actualmente) progresista, en cada circunstancia particular, ejercen tal poder de atracción que, en último término, acaban subyugando a los intelectuales de los otros grupos sociales; así pues, crean un sistema de solidaridad entre todos los intelectuales, con vínculos de índole psicológica (vanidad, etc.) y a menudo un carácter de casta (técnico-jurídica, corporativa, etc).
A partir del análisis de la aparición de una nueva clase dominante, Gramsci hace una importante diferencia entre "dirección" y "dominio", diferencia que había ya señalado Lenin, distinguiendo entre el uso de la fuerza (en la llamada fase “temporal”- de la dictadura del proletariado) y el uso de la hegemonía cultural para obtener el consentimiento del pueblo. No obstante, esta distinción tiene otro significado para Gramsci, que habla de una sociedad "dirigida" por una nueva clase social "antes" de que esta clase se incorpore al gobierno. La función de los intelectuales "orgánicos" es la de liderar "intelectual y moralmente" a la sociedad mediante la educación y la organización de la cultura, y no por los medios tradicionales de coacción jurídica y policial. En los cuadernos décimo y undécimo, que tratan de "filosofía" y describen el importante papel desempeñado por el intelectual italiano Benedetto Croce durante la Primera Guerra Mundial y el subsiguiente régimen fascista, encontramos el mismo análisis y otras consideraciones de importancia. El tema central es la "hegemonía política" como proceso educativo. Es esencial destruir- dice Gramsci- el extendido prejuicio de que la filosofía es algo extraño y difícil porque es una actividad intelectual específica de una categoría particular de especialistas o filósofos profesionales o sistemáticos. Ante todo debe demostrarse que todos los hombres son "filósofos", definiendo los límites y las características de la "filosofía espontánea" que es propia de todo el mundo. Esta filosofía está contenida en el propio lenguaje, en el "sentido común" y en la religión popular, es decir, "en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones y modos de ver las cosas y de comportarse". Así pues, el problema real no consiste en ser o no filósofo, sino más bien en saber si "se participa en una concepción del mundo mecánicamente impuesta por el entorno externo, o sea, por uno de los muchos grupos sociales en los que cada uno es introducido automáticamente desde el momento en que entra en el mundo consciente", o bien en "elaborar consciente y críticamente la concepción propia del mundo y así, mediante la labor del propio cerebro, elegir una esfera de actividad, tomar parte activa en la creación de la historia del mundo, hacerse guía de uno mismo, negarse a aceptar pasiva y apáticamente la configuración de la personalidad propia desde fuera" 18. Uno de los temas más debatidos de las teorías gramscianas de la educación es la relación entre "espontaneidad" y "conformidad". Gramsci se ocupa de este problema en el análisis del paso de la "filosofía espontánea" al "pensamiento crítico", y también en sus notas sobre la escuela, la educación y la "educación activa".
Al adquirir la concepción propia del mundo uno pertenece siempre a un grupo particular que es el de todos los elementos sociales que comparten el mismo modo de pensamiento y conducta. Todos somos conformistas de una conformidad u otra, siempre la del hombre de la calle o el hombre colectivo. Lo que hay que saber es: ¿de qué tipo histórico es la conformidad, la masa humana a la que pertenecemos?
Un análisis parecido, aunque más vasto, de la "conformidad" se encuentra en el vigesimosegundo cuaderno, que trata del americanismo y el fordismo. La nueva organización taylorista del trabajo había creado, por primera vez en la historia, una "masificación" radical del hombre que trabaja, y Gramsci parece considerar este proceso como un paso adelante en el camino que conduce al nuevo tipo de hombre, dejando atrás la condición primitiva, e incluso animal, de la especie humana.
La historia de la industrialización ha sido la de una lucha continua (que hoy día adopta una forma incluso más acentuada y vigorosa) contra la característica de "animalidad" del hombre. Ha sido un proceso ininterrumpido, a menudo doloroso y sangriento, para someter los instintos naturales (esto es, animales y primitivos) a los nuevos hábitos, más complejos y rígidos, del orden, la exactitud y la precisión, que permiten formas cada vez más complejas de vida colectiva, consecuencia necesaria del desarrollo industrial. (...) Hasta ahora todos los cambios en los modos de existencia y de vida se han producido por la fuerza bruta de la coacción. (...) La selección o "educación" de los hombres adaptados a las nuevas formas de civilización, de producción y de trabajo se ha producido mediante actos increíbles de brutalidad que han relegado a los débiles y a los no conformistas al limbo de los marginados, o los han eliminado por completo19.
El lenguaje crudo y realista que utiliza Gramsci para describir el proceso de la "educación" de grandes masas de la población para adaptarlas a las transformaciones contemporáneas de la economía hizo que muchos estudiosos creyesen que era partidario de una pedagogía autoritaria20. Por una parte, se le identificó superficialmente con diversas tendencias de la educación marxista en la URSS, y por consiguiente se consideró que su "teoría de la educación" era cercana a la teoría leninista de la "dictadura del proletariado", si no a los métodos de Makarenko para reeducar a los jóvenes descarriados. Gramsci había escrito algunos textos oponiéndose a "algunos principios de la educación moderna", como los derivados de la "tradición ginebrina" de Rousseau y Pestalozzi, según los cuales no debía permitirse que la intervención del educador molestase o deformase el "desarrollo espontáneo de la personalidad del niño". En algunas de sus cartas, y en una de las primeras notas, critica la "ilusión" acerca del "desarrollo espontáneo" del niño: desde el primer momento de su vida, se educa al niño para que se "conforme" a su entorno, y la escuela no es más que una pequeña "fracción" de su vida. "La educación es siempre una lucha contra los instintos relacionados con las funciones biológicas básicas, una lucha contra la naturaleza, para dominarla y crear el ser humano "efectivo" 21. Y el esfuerzo de aprender, la disciplina psicológica y física necesaria para estudiar y para cualquier realización educativa no son "placenteros": "es un proceso de adaptación, un hábito adquirido con esfuerzo, tedio e incluso sufrimiento" 22 Si bien podemos abrigar ciertas dudas sobre la opinión verdadera de Gramsci respecto de los métodos de enseñanza "pedagógicos" en la escuela o en la familia, por lo poco que trata de estos temas en su obra, la teoría general de la educación que se desprende del pensamiento de Gramsci es inequívoca. Toda interpretación de la teoría gramsciana de la educación podría prestarse a error si no estableciéramos una diferencia entre los aspectos "descriptivos" y "prescriptivos" de su planteamiento. El término "conformidad" no significa para Gramsci la tendencia negativa de la gente a dejarse dirigir y condicionar por la "moda", sino un instrumento para la interpretación del proceso por el cual la mayoría de la población, dentro de cualquier sociedad o régimen, suele seguir la tradición y observar las reglas.
Así pues, por conformidad no se entiende otra cosa que "socialidad", pero es agradable utilizar la palabra "conformidad" precisamente porque molesta a los imbéciles. (...) Es demasiado fácil ser original limitándose simplemente a hacer lo contrario de lo que hacen los demás. (...) Lo que es de verdad difícil es insistir en la disciplina y la socialidad, y seguir profesando la sinceridad, la espontaneidad, la originalidad y la personalidad23.
Así pues, el problema real de la educación es la conciencia de los diferentes tipos de "conformidad", o sea, de socialización, que se proponen o imponen en una determinada sociedad, y la lucha para imponer uno en vez de otro. La innovación real de la teoría general de la educación de Gramsci es el enfoque "científico" de la esencia real de la educación a cualquier nivel, desde el liderazgo político hasta la "conformidad" social, pasando por la vida escolar y familiar. Sin embargo, partiendo del enfoque tradicional de la educación, orientado a los valores, podríamos hacer algunas preguntas delicadas. ¿Supone necesariamente la teoría gramsciana una perspectiva cínica de la educación? ¿Puede haber criterios que "prescriban"- en vez de limitarse simplemente a "describir"- el tipo de educación que sería preferible? Estas cuestiones implican el análisis de los valores y las creencias, esto es, el problema de la "ideología" y su función en la sociedad moderna. Podríamos formular nuestras preguntas del modo siguiente: ¿puede haber educación sin ideología?; y, de no ser así, ¿cómo preferir una ideología a otra? En la primera fase de su análisis de las "ideologías", Gramsci aclara que "las ideologías no existen por sí mismas", sino que son deformaciones de teorías resultantes de la conversión de una teoría en una "doctrina", es decir, no un instrumento para entender la realidad sino una serie de principios morales para "orientar" las acciones prácticas y el comportamiento humano. Este paso de la teoría a la doctrina, y después a la "ideología", no es "espontáneo" y derivado del propio marco teórico, sino más bien "orgánico" en relación con el uso político de las teorías, que en sí mismo es "ideológico". Podríamos decir que el concepto de "ideología" es adjetivo, dado que no existen ideologías en el sentido propio de la palabra, sino más bien una utilización ideológica, o sea educativa, de las teorías y las doctrinas. Una de las pocas notas que quedaron sin publicar antes de la edición crítica de los Quaderni del carcere, nos da la definición de "ideología" de Gramsci: ideología es "una hipótesis científica que tiene un carácter educativo dinámico y es verificada y criticada por la evolución real de la historia" 24. La función crítica de la educación, que parece también esencial en el pensamiento de Gramsci, queda en entredicho si creemos en la necesidad de relacionar la educación con la ideología. Es difícil decir lo que Gramsci cree que ha de ser la educación, ya que parece más interesado en revelar lo que la educación es en realidad.
La filosofía de la praxis
Otro "caso típico" similar que Gramsci menciona frecuentemente es el de Maquiavelo. Su nombre, y el adjetivo "maquiavélico", recuerdan aún los aspectos brutales y perversos del poder político, porque el escritor florentino "describía" lo que era realmente la política (y quizás lo que será siempre), y no lo que podría ser. Gramsci y Maquiavelo nos plantean una importante cuestión: ¿cuál es la función "educativa" de una descripción precisa de los mecanismos del poder político y, en el caso de Gramsci, de los mecanismos de la ideología? ¿Educar a la gente para que adopte una visión realista, y por consiguiente intervenga en la lucha política que enfrenta a los poderes, o bien revelar a la gente el lado oculto de la política, para que desconfíe de ella y viva independientemente su vida, y se haga una opinión propia, al margen del poder político? Muchas indicaciones nos hacen creer que el objetivo de Gramsci no era puramente "descriptivo", y que la suya era una estrategia encaminada a un nuevo tipo de educación.
Ante todo, vemos su interpretación de la "política maquiavélica": cuando escribe sobre la contribución de Maquiavelo a la descripción científica de la "política", Gramsci se hace a sí mismo, y nos hace a nosotros, las siguientes preguntas: ¿"a quién" se dirigía Maquiavelo cuando escribió "El príncipe"?; ¿cuál era su objetivo y su "política"? Parece evidente que Maquiavelo no quería, ni necesitaba, enseñar a los dirigentes cómo conseguir el poder y cómo mantenerlo, sino que más bien lo que quería era explicar y dar a conocer el mecanismo real de la política. La definición de "política" de Maquiavelo no se corresponde con la que seguía él mismo, ya que el efecto educativo de una comprensión crítica de la política consiste en hacer a las nuevas clases más conscientes, y por consiguiente más poderosas frente a la vieja clase aristocrática dirigente. En segundo lugar, el proceso científico y "descriptivo" introduce de por sí una nueva concepción del "pensamiento crítico"; el sentido común nos dice que crítica es una especie de oposición contra algo que no queremos; por el contrario, para Gramsci el "pensamiento crítico" no es un juego teórico que opone a dos teorías, o dos ideologías, ni la "ilusión idealista" de que la teoría, la cultura y, por ende, la educación, pueden ser "independientes" de su base "material" histórica. Gramsci entiende que el pensamiento crítico es la investigación continua y el descubrimiento de las bases materiales de la teoría, es decir, la crítica del uso ideológico de la teoría. Por último, Gramsci no es "científicamente neutral" en su estrategia educativa. A su juicio hay un enfoque ideológico- o sea educativo- particular que es preferible a cualquier otro, no por razones teóricas, ni porque uno sea "cierto" y los demás sean "falsos", sino más bien por razones prácticas: es la "filosofía de la praxis", un instrumento ideológico para expandir la conciencia de las masas respecto del mecanismo de la política y la cultura, y de la determinación histórica y económica de las ideas, haciéndolas más capaces de controlar sus vidas, de "dirigir su propia sociedad y controlar a los que la dirigen". He aquí un punto que puede dar pie a interpretaciones diferentes, y quizás opuestas, del "perfil" de Gramsci. El editor de la primera edición de los cuadernos de Gramsci identificó pura y simplemente la "filosofía de la praxis" con el "marxismo" y el "materialismo histórico y dialéctico" 25. Se afirmó que Gramsci, en sus escritos de la cárcel, solía encubrir mediante claves y paráfrasis los nombres y definiciones que habrían provocado la intervención del censor. Esto sólo es cierto en parte, si consideramos que se sabía, tanto dentro como fuera de la prisión, que había sido condenado por ser dirigente del partido comunista italiano. Es evidente que la expresión "filosofía de la praxis" no equivale al término "marxismo". Un análisis de los muchos puntos de discrepancia entre Gramsci y la doctrina "oficial" y "ortodoxa" del marxismo, que se elaboraba en la URSS mientras Gramsci estaba en la cárcel, requeriría mucho más espacio que el que disponemos para hacer un "perfil" de Gramsci. Baste con observar que Gramsci escribió muchas notas en las que criticaba vivamente la vulgarización del marxismo realizada por Bukharin en nombre de Stalin (antes de que el propio Bukharin fuera víctima del estalinismo). Se sabe además que Gramsci, en la cárcel, mostró su desacuerdo con muchos de sus camaradas del partido comunista italiano respecto al desarrollo del marxismo en Europa. Para Gramsci la "filosofía de la praxis" es un término autónomo que define lo que, a su juicio, es una característica central del legado de Marx: el vínculo inseparable entre la teoría y la práctica, el pensamiento y la acción. Según Gramsci, la originalidad de la "filosofía de la praxis" estriba en que es la única "ideología" que puede criticarse a sí misma, es decir, que es capaz de descubrir las raíces "materiales" (o sea económicas y políticas) de todas las doctrinas (incluido por tanto el propio marxismo) y adaptar recíprocamente, de modo continuo, la teoría y la práctica. Uno de los usos ideológicos más recientes de la teoría, la ciencia y la información parece ser, a finales del siglo XX, el muy difundido mensaje del "fracaso de las ideologías". De acuerdo con esta doctrina, la vieja imagen de Gramsci como "uno de los principales pensadores marxistas" 26, parece anticuada y podría desaparecer junto con todas las demás ideas marxistas. No obstante, nosotros creemos que en la extraordinaria obra de Gramsci es posible encontrar una imagen distinta de su autor. Gramsci abrió nuevos caminos al pensamiento, la acción política y la educación durante los años treinta, un periodo de la historia mundial caracterizado por la competencia entre tres modelos (dictadura, organización social y un fuerte conformismo), competencia que culminó en el holocausto de la Segunda Guerra Mundial. Existen muchas diferencias, desde luego, entre el estalinismo soviético, el nazismo alemán y el fordismo americano, particularmente en lo que se refiere a sus aspectos constitucionales y políticos. Sin embargo, para la mayoría de las poblaciones que vivieron bajo estos regímenes, las condiciones de trabajo, las circunstancias vitales y el conformismo educacional de sus sociedades no les dejaron margen alguno para el "pensamiento crítico" y la evolución personal. Por eso nosotros creemos que el mensaje de Gramsci, a medida que van quedando atrás las sombras de esta época histórica, nos ayuda a descubrir un nuevo enfoque de la educación, un enfoque científicamente crítico de todos los tipos de procesos ideológicos y educativos. Las principales hipótesis de esta teoría y práctica de la educación, derivadas de Gramsci son las siguientes. Los procesos educativos se desarrollan de muchas maneras y han de estudiarse prestando especial atención a los momentos que no suelen considerarse educativos en el sentido estricto del término. La escuela, la formación profesional, la educación de adultos y la universidad pueden considerarse una fachada, un aparente conflicto entre la organización de la cultura y el poder político, siendo así que la mayoría de las acciones de la "persuasión permanente" se producen entre bastidores, al margen del sistema educativo formal; las decisiones adoptadas en el mundo de los medios de difusión, edición y comunicación, los cambios introducidos en la organización del trabajo, las opciones en favor de una u otra tecnología de la industria y los servicios, el sistema de selección y nombramiento de oficiales y dirigentes de los sindicatos y los partidos, y su función en la vida cotidiana de la sociedad, son las principales áreas de los procesos educativos modernos, más encubiertas que inmediatamente visibles. Gramsci nos ofrece un método de análisis y de acción educativa centrado en los tipos de intelectuales y las clases de funciones que desempeñan en la sociedad, y una nueva estrategia educativa que puede renovar también el sistema de educación propiamente dicho, o sea, la enseñanza primaria, secundaria y terciaria. En cuanto a la teoría general de la educación de Gramsci, nosotros creemos que en la sociedad moderna el nuevo tipo de intelectual puede encontrarse más fácilmente entre los administradores y gerentes de la industria y los servicios, en los altos cargos de la administración pública y en la burocracia central y local, así como en la profesión docente y el sector cada vez más importante de la formación profesional y del trabajo, más que entre los tradicionales círculos "académicos", que sin embargo parecen desempeñar todavía el papel de dirigentes de la opinión. Estos últimos intelectuales se están convirtiendo, más o menos conscientemente, en un telón ideológico de operaciones políticas y culturales, decididas y ejecutadas no por ellos, sino a través de ellos. Es posible no estar de acuerdo con el análisis y la estrategia educativa de Gramsci. Pero es innegable que nunca antes se había intentado un estudio de la historia de los intelectuales y de la organización de la cultura. Los intelectuales del tipo tradicional parecen ser expertos y especialistas en todas las materias, excepto en ellos mismos. Esto es bastante significativo y puede explicarse por la arrogancia ( y la ilusión) de creerse el "sujeto" y no el "objeto" del conocimiento. No obstante, para la función intelectual en general, y para los intelectuales de nuevo cuño, la falta de conciencia de su papel real en la sociedad podría crear un peligro mayor para la democracia; que los procesos reales de adopción de decisiones, a saber los que están relacionados con la hegemonía cultural y política en la sociedad, se desplacen de su terreno "natural", el institucional y constitucional, donde es fácil ejercer el control popular, y sean asumidos por poderes ocultos, no sujetos a ningún control democrático. Por último, en cuanto al sistema visible de la educación, el planteamiento de Gramsci no significa que la educación escolar y universitaria sean irrelevantes en el contexto de la estrategia de la educación orientada hacia el pensamiento crítico. Se trata más bien de innovar los métodos, contenidos y organización del estudio, en consonancia con lo siguiente: una vinculación más estrecha entre la escuela y el trabajo, y entre la teoría y la práctica; una creciente atención a la historia de la organización del trabajo y de la cultura, y por consiguiente un mayor interés en el estudio de la "fortuna", es decir, las diferentes interpretaciones de los clásicos y las teorías; y en último término, pero no de menor importancia, un debate abierto sobre los objetivos de la educación y los valores en que se basa la acción educativa en una sociedad determinada. Además, esta nueva estrategia y método de la educación afecta a la condición profesional de los docentes, en la medida en que éstos no se vean a sí mismos como intelectuales tradicionales, y por consiguiente independientes de las presiones sociales y políticas. La educación como proceso de conformismo y hegemonía puede perturbar a la mayoría de los docentes, y en particular a los que tratan de ayudar a sus alumnos a alcanzar un mayor grado de libertad e independencia personal. No obstante, la toma de conciencia por parte del maestro con respecto a la hegemonía política como proceso educativo para bien o para mal, podría ser el punto de partida de una nueva profesionalidad de los maestros y los educadores27.
Notas
1. Atilio Monasta (Italia). Profesor de educación experimental en la Universidad de Florencia y coordinador de la Red de Programas Universitarios de Cooperación en el ámbito de las ciencias de la educación (NICOPED), de la Comunidad Europea. Tiene una vasta experiencia profesional en tanto que profesor de enseñanza secundaria (historia, filosofía, psicología y educación) y también como sindicalista y administrador de la formación industrial y de la formación de formadores en Toscana. Actualmente se interesa por la teoría y la historia de la educación, por la función de los intelectuales en la sociedad y por la relación entre educación e ideología. Ultima obra publicada: L’educazione tradita: criteri per una diversa valutazione complessiva dei Quaderni del carcere di A. Gramsci [La educación traicionada: criterios para una evaluación global diferente de los Cuadernos de prisión de A. Gramsci] (1985) 2. Antonio Gramsci, Quaderni del carcere, editado por Valentino Gerratana, Turín, Einaudi, 1975 (referido como Q en estas notas). 3. Obras de Gramsci publicadas en español: El compromiso histórico, Barcelona, Crítica, 1978. Pequeña antología política, Barcelona, Fontanella, 1977. Debate sobre los consejos de fábrica, Barcelona, Anagrama, 1977. La alternativa pedagógica, Barcelona, Fontamara, 1981. El árbol del erizo, Barcelona, Bruguera, 1981. Introducción a la filosofía de la praxis, Barcelona, Planeta-Agostini, 1986. Introducción al estudio de la filosofía, Barcelona, Crítica, 1985. Cuadernos de la cárcel, México D.F., Era, 1981, 1984, 1985, 1986. Los intelectuales y la organización de la cultura, Buenos Aires, Nueva Visión, 1984. Cultura y literatura, Barcelona, Ediciones 62, 1966. La política y el estado moderno, Barcelona, Península, 1971. 4. La primera traducción al italiano de F.W. Taylor The Principles of Scientific Management data de 1911. En 1909 Maria Montessori, la primera italiana que se tituló en medicina, había publicado Il metodo della pedagogia scientifica applicata all’educazione dell’infanzia (El método de la pedagogía científica aplicada a la educación de la infancia). 5. Antonio Gramsci, Lettere dal carcere, editado por S. Caprioglio y F. Fubini, Turín, Einaudi, 1965, págs. 57-60. 6. Carta del 15 de diciembre de 1930, ibid, págs. 389-92. 7. Los escritos de Gramsci anteriores a su encarcelamiento fueron publicados por Einaudi después de los seis volúmenes de los cuadernos de la cárcel (véase más abajo, nota 10). La mayoría de estos escritos se han recogido en cinco volúmenes: Antonio Gramsci L’ordine nuevo (1919-20), Turín, Einaudi, 1954; Scritti giovanili (1914-18), Turín, Einaudi, 1958; Sotto la mole (1916-20), Turín, Einaudi, 1960; Socialismo e fascismo: L’ordine Nuovo (1921-22), Turín, Einaudi, 1966; La costruzione del Partito Comunista (1923- 26), Turín, Einaudi, 1971. Su famoso ensayo sobre la "cuestión meridional", que Gramsci estaba escribiendo cuando fue detenido, y que por consiguiente, quedó sin terminar, se publicó en 1966 (Antonio Gramsci, La questione meridionale, Roma, Editori Riuniti, 1966). 8. Antonio Gramsci, Lettere dal carcere, Turín, Einaudi, 1947; actualmente se dispone de una edición más completa (véase nota 5). 9. Leonardo Paggi, Gramsci e il moderno principe. I-Nella crisi del socialismo italiano, Roma, Editori Riuniti, 1970, Introducción, pág. xi. 10. Antonio Gramsci, Il materialismo storico e la filosofia di Benedetto Croce, Turín, Einaudi, 1948; Gli intellettuali e l’organizzazione della cultura, Turín, Einaudi, 1948; Il Risorgimento, Turín, Einaudi, 1949; Note sul Machiavelli, la politica e lo Stato moderno, Turín, Einaudi, 1949; Letteratura e vita nazionale, Turín, Einaudi, 1950; Passato e presente, Turín, Einaudi, 1951. 11. Véase la nota 2. 12. Véase Attilio Monasta, L’educazione tradita: criteri per una diversa valutazione complessiva dei Quaderni del carcere di Antonio Gramsci, Pisa, Giardini, 1985. (2_ edición: Florencia, McColl Publisher, 1993). 13. Q, p. 1513. 14. Q, p. 1514. 15. Q, p. 1516. 16. Q, p. 1551. La parte central del duodécimo cuaderno está dedicada a un análisis del sistema escolar italiano y la necesidad de apartarse del viejo "principio educativo" clásico para adoptar uno nuevo, en el que se base una escuela unificada y global para todos. En la primera edición de los cuadernos de la cárcel, los textos del duodécimo cuaderno se dividieron en tres partes distintas: la conclusión se incluyó en la primera parte, como una simple explicación de la definición del nuevo tipo de intelectuales, y los textos más largos sobre la escuela y "la búsqueda de un principio educativo" se colocaron detrás de una larga serie de notas sobre diversos tipos de "intelectuales". Ello reforzó pues la brecha tradicional entre los "intelectuales" y la educación. 17. Q, p. 2010. El título de esta nota en su primera versión es aún más significativo: "El liderazgo político antes y después de la conquista del gobierno". 18. Q. pp. 1375-1376. 19. Q, pp. 2160-2161. 20. Harold Entwistle, Antonio Gramsci: Conservative Schooling for Radical Politics, Londres, Routledge & Kegan Paul, 1980. 21. Q, p. 114. 22. Q, p. 1549. 23. Q, p. 1720. 24. Q, p. 507. 25. Véase el glosario que figura al final del prólogo a la obra de Antonio Gramsci, Il materialismo storico e la filosofia di Benedetto Croce, op. cit, p. xix-xx. 26. Véase la reseña de Nigel Grant del libro de H. Entwistle en Comparative Education (Abingdon, Reino Unido, Carfax), Vol. 17, N_ 1, marzo de 1981, p. 97. 27. Attilio Monasta (Ed.), The Children of Japhet: a European Programme for the New Professionality of Teachers and Trainers, Florencia, McColl Publisher, 1989.
Referencias
Los estudios escritos sobre Gramsci son numerosísimos. La principal bibliografía, aunque relativamente antigua, puede encontrarse en: Biondi, M. Guide bibliografica a Gramsci. Cesena, Italia, Librería Adamo Bettini, 1977.
A continuación figuran unas pocas referencias esenciales a las fuentes más esenciales y útiles.
Alighiero Manacorda, M. Il principio educativo in Gramsci. Roma, Armando, 1970. Anderson, P. The Antinomies of Antonio Gramsci. New Left Review (Londres), 1976-77, N_ 100. ———. Antonio Gramsci: le sue idee nel nostro tempo. Roma, L’Unità, 1987. Asor Rosa, A. Intellettuale e classe operaia. Florencia, La Nuova Italia, 1973. Bergami, G. Gramsci: comunista critico. Milán, Angeli, 1981. Broccoli, A. Antonio Gramsci e l’educazione come egemonia. Florencia, La Nuova Italia, 1972. Buci-Glucksmann, C. Gramsci et l’Etat, París, Fayard, 1975.
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